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martes, 16 de noviembre de 2010

Capitulo 9

Me subí a lomos de él, y comenzó a galopar a la velocidad del rayo.
Traspasamos el parque y llegamos a un bosque.
Lo atravesamos sin problema, ya que Athos se sabía el camino perfectamente. A medida que lo cruzábamos pude contemplar un pequeño pueblecito. Era como una pequeña aldea. Rodeada de árboles frutales, sobre los cuales se podían vislumbrar pequeñas ardillas saltando de unos a otros.
Según llegamos, Athos aminoró el paso. Comenzó a andar lentamente,  y se dirigió hacia una pequeña casita de piedra. Se paró frente a ella, y relinchó, dándome a entender que habíamos llegado.
Me bajé y lo acaricié.
-muchas gracias.-le dije sonriendo.- a sí que, esta es la casa de mi madre.- dije en voz alta mientras la observaba.
Era bastante grande, algo que no me lo esperaba, ya que mi madre vivía sola.
Era muy bonita. Tenía un jardín en el que se encontraba una fuente de la cual no dejaba de derramar agua.
Un sendero sinuoso flanqueado de piedras de colores conducía hasta la puerta principal.
Enganché las riendas de Athos en un poste cercano y me acerqué a la valla para tocar el timbre.
-¿Quién es?- dijo una mujer de voz muy fina.
-Ma…ma…mamá ¿eres tú?
-¿Quien habla?
-Soy Annie…tu hija…
-Annie, Annie cariño…- dijo tras abrirme la puerta.
Empujé hacia dentro y me acerqué a la casa por el caminito que llevaba hacia ella.
Vi que en la puerta se encontraba una mujer de unos 35 años más o menos. Stephanie, esa era Stephanie, mi madre.
Completamente diferente a mí. Rubia, tez pálida y ojos azules. Muy guapa.
-¡Mamá!- le grité mientras echaba a correr para abrazarla.- mamá te he echado tanto de menos durante todos estos años.- dije entre sollozos.
-Yo también cariño, no sabes lo que me dolió tener que abandonarte.- dijo. La miré y pude ver como una pequeña lágrima asomó por su ojo azul cielo y recorrió la mejilla, hasta desparecer.
Le abracé todavía más fuerte.
-Papá y la abuelita te abran cuidado bien ¿no? ¡Que si no se enteran!-dijo mientra me guiñaba un ojo.
-Claro que si mamá.- y nos echamos a reír.
-Venga hija pasa, que tenemos que hablar.
-De acuerdo.
Entramos a la casa y pude observar que por dentro era bastante común, pero bonita. Un pequeño pasillo, llevaba hacia la sala de estar. Esta era enorme, y decorada con muebles de madera que le daban un toque rustico y moderno al mismo tiempo. Muy acogedor, pensé.
Nos sentamos en el sofá y mi madre me sirvió pastas para comer. Deliciosas, por cierto.
-Bueno hija, entonces, ¿que es lo que te han contado Fran y Margarethe?
-Pues, me contaron que hace muchos años, tú venciste a lord William, enviándolo a no se donde…
-Si, le envíe al lugar Sin Nombre.- me cortó
-¿Qué? ¿A dónde? Papá y la abuela no me contaron eso…
-Veras, es un sitio espeluznante. El lugar que le pertenece a el, ya que a echo cosas horribles. Yo cumplí con mi deber, pero él consiguió escapar.
-Si. Lo sé. Eso ya me lo han dicho. Mamá, yo lo que quiero saber es, ¿Qué tengo que hacer yo?
-Veras hija, nosotras, hadas guardianas de Mandilia, podemos obtener un enorme poder, y ese poder se obtienen através de las perlas de la naturaleza.
-¿Perlas de la naturaleza?
-Si. Espera aquí, vengo en un momento.- vi que se levantó y comenzó a subir las escaleras. Al de dos minutos, la pude ver bajando por ellas.
-Toma hija, esto te pertenece.- me dijo mientras me daba una pequeña cajita verde.
-¿Qué es?- le pregunté extrañada.
-Ábrelo.- me dijo. Lo hice y para mi sorpresa, me encontré con un reluciente collar dentro de ella. Era precioso. De color rosa y con forma de corazón. En el centro de este se encontraba dibujado otro más pequeño, formado por 8 puntos morados. Excepto dos de ellos, los dos primeros, que eran de colores diferentes.
-Ohh mamá, es precioso.-dije ilusionada.- pero, ¿porque estos primeros puntos de aquí son diferentes?- le pregunte mientras le señalaba el colgante.
-Pues veras, para poder vencer a lord William, como ya te dije antes, hay que obtener las perlas de la naturaleza. Cada perla tiene un poder especial. Yo las conseguí, y uniendo sus poderes pude vencerle. Después, devolví las perlas a la naturaleza, excepto dos de ellas, que las conservé en el colgante para cuando tu lo obtuvieras. Estas perlas de aquí contienen el poder del aire y el de la tierra.
Debes volver a recuperar las 6 perlas restantes. Cada vez que aparezca una nueva, el colgante comenzará a brillar para avisarte.
Debes andar con mucho cuidado, ya que lord William hará lo posible por robártelo y hacerse con el poder de las perlas.- me dijo en tono serio.
-De acuerdo.- le respondí. La verdad que tenía bastante miedo.
-Ah espera, casi se me olvidaba. Esto también es para ti.- dijo mientras me daba una especie de papel.- es el mapa de mandilia, él cual te indicará en que zona se encuentra cada perla.
-Pero mamá, ¡yo no puedo hacer todo esto sola! ¡Ni siquiera se como utilizar mis poderes!
-Tranquila Annie, no te preocupes. Veras, no lo harás sola, tendrás a alguien que te ayudará. Será una persona muy poderosa, al igual que tú, y juntos lograreis vencer a lord William. No te puedo decir quien es, porque no lo sé, pero en cuanto veas a esa persona, la reconocerás.-me respondió. ¡Anda! Tal vez, aquel chico del parque…
De ahí mi reacción al verle. La conexión que me impulsa hacia él. Pensé ilusionada.- y el tema de tus poderes, no te preocupes, aprenderás a utilizar parte de ellos en la escuela de Wasserfall.
La otra parte la iras aprendiendo con el tiempo por tu cuenta.
-De acuerdo.- le respondí. ¿De verdad tenia que hacer todo esto? Madre mía, que locura, pensé.
-Por cierto, ya te he inscrito en ella. Comenzaras las clases el lunes.

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