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miércoles, 13 de octubre de 2010

Capitulo 7

¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué a mí? ¡Mi padre y mi abuela, los dos estaban locos!
Tardé unos veinte minutos en llegar a casa, ya que no me sabía el camino y tuve que preguntar por la dirección.
Me encontraba a dos manzanas de mi casa, y entonces, volví a ver el parque. Aquel parque de árboles con flores rosas y negras, el que mi abuela y mi padre decían que era un portal.
Sentado en un banco se encontraba un joven. Él. El chico misterioso.
Levantó la cabeza, y me miró. Sus brillantes ojos se clavaron en mí provocando que mi corazón se desbocara, y empezara a latir a la velocidad de una locomotora.
¿Y si mi padre tenía razón? ¿Me estaría empezando a gustar aquel desconocido?
Sin pensármelo, eché a correr, quería llegar  a mi casa y encerrarme en mi cuarto.
Necesitaba olvidarme por un instante de todas las locuras que me habían pasado.
Llegué al portal de casa, y cuando tenia la intención de abrir la puerta para poder entrar…
-¡Oh, oh! - Dije. – mis llaves, no están. Se me han debido de caer cuando eché a correr. ¡Joder! Todo me tiene que pasar a mí.-dije de mala gana.
Me di la vuelta, y empecé a caminar, buscando mis llaves por todos los lugares por donde había pasado.
Llegué al parque, sin haberlas encontrado. Decidí entrar.
Tal vez el viento las hubiera arrastrara asta dentro, aunque era muy poco probable.
Otra vez aquella sensación extraña. Y sí, la gente había vuelto a desaparecer.
No le encontraba solución lógica alguna, salvo la de mi abuela: es un portal que lleva a Mandilia. Algo completamente difícil de creer.
Empecé a buscar mis llaves por los alrededores, y de repente alguien me toco por la espalda.
-¿esto es tuyo?- me preguntó. En la mano sostenía mis llaves
-s…si.- conseguí pronunciar. Era él. Mi corazón volvía a latir a mil por hora. Intenté tranquilizarme, pero no hubo manera.
-se te cayeron cuando echaste a correr. – dijo mientras me las daba.
-gracias- le respondí tímidamente, con una pequeña sonrisa, la cual, me la devolvió.
A pesar de que la sonrisa fuera pequeña, era perfecta. Nunca había visto nada parecido.
-oye…co… ¿como te llamas?- conseguí preguntarle.
Silencio. El ya no estaba, se había marchado, había estado tan profundamente metida en mis pensamientos, que ni me había dado cuanta.
Que rabia, pensé. La próxima vez que lo vea, procurare no quedarme tan atontada.
-si es que lo vuelves a ver Annie.- me dije a mi misma en voz alta, tristemente.
¡Si! Si que lo volveré a ver. Tengo que volver a verle, sea como sea.
Había una conexión cada vez que le veía, algo que me impulsaba hacia él. Era tan perfecto. Supongo, que me estaba empezando a gustar.
Llegué a casa y entré en mi habitación. La casa estaba vacía, todavía no habían llegado.
Me tumbé en mi cama y empecé a pensar en todo lo que me había sucedido hasta ahora.
¿Y si era verdad? ¿Y si el mundo dependiera de mí?
-No, no, eso no puede ser. Yo no soy más que una simple chica corriente.- me dije a mi misma.
Pero entonces… ¿que explicación tiene todo lo que me sucedió? La sensación extraña del parque, como la gente desaparecía cuando yo entraba en él, aquel chico, la conexión que me impulsaba hacia él, aquel Levinn o como se llame que me había atacado…
Tal vez tuvieran algo de razón, aunque fuera solo un poquito.
Recordé la forma con la que me hablaban en el hospital. Parecían muy preocupados.
Me siento como una estúpida. Tal vez decían la verdad, y yo solo me había comportado como una cría. Pero es que… ¡es todo tan difícil de creer!
-Ding dong.- se escuchó. El timbre.
Fui a abrir. Eran mi padre y mi abuela. Sabían que había vuelto a casa.
-hola papá, hola abuela- les dije sintiéndome un poco culpable por como les había tratado.
-Hola Annie.-dijeron los dos.
-Veréis… siento como os traté en el hospital…
-tranquila, nos lo esperábamos.- respondió papá. Sabemos que es difícil de creer, y tal vez, te lo teníamos que haber contado antes de mudarnos…
-si, en eso estoy de acuerdo.- le respondí.
-pero Annie, tu crees, ¿Qué nos hubieras creído? Si te  hubiéramos dicho que nos mudábamos por esa razón, no hubieras querido venir de ningún modo.
-bueno… si… tienes razón.
-siento haberte mentido.-respondió el mientras me daba un abrazo.
Se lo devolví, y después les miré a los dos, muy seriamente.
-veréis, papá, abuela, he tomado una decisión.

Capitulo 6, están locos.


Después de lo que me sucedió con aquel parque,  después que me golpeará aquel bicho, empecé a creer que estaba loca. Pero ahora… ahora me doy cuanta de que no soy la única. ¡Mi padre está todavía más loco que yo!
-Papá, ¿Has perdido la cabeza? Me estas diciendo, que mamá es un hada, un hada guardiana, con poderes mágicos, que me abandonó para que aquel tal William como se llame no escapara de su “prisión”, pero que no lo consiguió y que ahora yo soy la nueva hada guardiana, la única que lo puede mandar de vuelta a no sé que sito, para que pueda reinar la paz en el mundo. ¿Eso es lo que me estas intentando decir?
-Si, exactamente eso. Lo has entendido – dijo mi padre entusiasmado.
-Papá, ¿quieres saber lo que de verdad he entendido? ¡QUE ESTAS COMPLETAMENTE LOCO! Enserio, plantéate lo que te he dicho antes sobre hacerle una visita al psicólogo. Creo que tenemos uno al lado de casa, no te vendría nada mal.
-Cariño, esto no es una broma…
-Fran, déjame a mí. – dijo mi abuela. -Annie, entonces, ¿no le crees a tu padre?
-Abuela, ¿tu también? ¿¡Os habéis vuelto todos majaretas!?
-Annie, si lo decimos los dos, es por algo. Si no, ¿como explicas aquel parque que viste? ¿La sensación que sentiste al entrar, y como la gente desapareció? ¿Cómo explicas aquel Levinn que te atacó?
-Pe… pe… pero… ¿Cómo sabes tu todo eso?- Ahora si que me estaba dejando alucinada. Es como si me hubiera seguido por detrás cada vez que salía. – Abuela, no me abras estado espiando, ¿no?
-Annie por dios. Como te voy a espiar yo a ti. Lo sé porque lo que tu padre te ha contado, es verdad. Veras, aquel parque, aquel parque con flores rosas y negras es un portal, un portal que lleva a Mandilia, por eso, cuando entraste tú, seguías viendo las calles de Nueva York, pero sin gente ya que era una ilusión. Estabas en Mandilia.
Después de que salieras de él, lo cerraron. Por eso hoy ya no estaba.
-Bueno… eso tiene algo de lógica. Pero… ¿que es Mandilia?- dije. Tal vez si que decían la verdad. De ahí el mensaje de la fuente del parque...
Espera… ¿que estoy diciendo? ¿Como va a ser verdad eso que dicen? Es imposible, imposible.
- Mandilia es un país donde viven todo tipo de seres fantásticos, sirenas, vampiros, magos, elfos etc. Solo las personas con poderes pueden viajar allí, a través del portal, claro. Por eso, a ti te apareció. Tu lugar esta allí.
Tú madre vive en un pequeño pueblo, llamado Kingdalia. Y ahora lord William está gobernando Lorhmania Quiere obtener el poder máximo, el poder que te pertenece, para así poder crear un ejército de monstruos, y destruir nuestro mundo. ¡Annie, no podemos dejar que eso ocurra! Tú debes salvarnos.
-Pero… yo no sé lo que tengo que hacer…- ¿De verdad he dicho yo eso? ¿Me estoy volviendo loca?
-Debes ir a Kingdalia y visitar a tu madre, ella te lo explicará todo mucho mejor que nosotros. Te necesitamos Annie, eres nuestra única salvación.
-Bueno… no sé…
-Annie, hoy a la mañana, tuviste una pesadilla, ¿no es cierto?- dijo mi padre.
-Si… - En aquel momento, recordé mi pesadilla, y caí en la cuenta de que las descripciones hechas por mi padre y la abuela, apuntaban a que tal vez aquel señor que vi en el sueño, fuera ese tal Lord William.- Papa, tú sabes como es eh… ¿lord William?
-Si. Es alto, de mediana edad, y con una barba larga y blanca.
Abrí los ojos como platos. Perfecto, mi padre acababa de describir a ciencia cierta a aquel hombre. Ahora si que todo me estaba resultando realmente extraño…
-Yo lo vi… ¡en mi sueño! Me llamaba, me buscaba. Y no estaba solo… aquel chico del parque, se encontraba con él. Papa… ¿que significa?
-Significa que debes ir a hablar con tu madre cuanto antes, ella te lo explicará todo con más detalles. - Respondió mi abuela.
-Menos mal que tu madre nos avisó con tiempo y pudimos mudarnos aquí.- susurró mi padre.
-¡¿Qué?!- le grité. Pude ver como mi abuela le pegaba un codazo. –papá, ¿Qué es lo que acabas de decir?
-Eh… Nada hija, nada.
-Papá, te he escuchado. Has dicho que mamá te avisó, y que por eso nos mudamos aquí. Y… ¿sabes lo que pienso? ¡Que estas loco! ¡Los dos lo estáis! tuve que abandonar a mis amigas, las únicas amigas que tendré en toda mi vida, ¿por esto? ¿Por esta mierda? ¿Porque se supone que tengo que salvar el mundo?
Y a John, tuve que decirle que me olvidaría de el, perdí la oportunidad de estar con el… ¿Solo por esto? – les grité.
-Annie…
-¡Annie no, papá! me mentiste. Dijiste que tu trabajo era malo, y que por eso nos mudábamos. Yo te creí, y puse de mi parte para que todo saliera bien. Y ahora me entero que nos mudamos porque soy una especie de ¿hada? ¿La única capaz de vencer a ese tal William?  Has perdido el juicio.
-Lo que te decimos es verdad. Es muy importante, además, tu a John no le quieres, para ti el no significaba nada. Tú te creías enamorada de el, pero no era así. Lo único bueno que tiene ese chico es su físico, nada más. Además, perfectamente sabes que estas empezando a sentir algo por aquel chico del parque.
Palidecí al instante.
-¿Qué? ¿Co-como sabes tu eso? Además, ¡no importa! y mis amigas ¿que? ¡Las he abandonado por nada! ¿No entiendes que yo no soy nada de lo que tú dices? Es imposible. ¡No soy más que una chica normal, a la que le han arruinado la vida! –Exclamé llorando. Estaba muy furiosa.
-Por favor Annie, piénsalo, te decimos la verdad. ¡Es importante! Eres la única que puede salvarnos…- dijo mi abuela.
-Si no vences a lord William, ¡nos matará a todos!- le cortó mi padre.
-Perfecto, que lo haga. Yo no pienso hacer nada para impedirlo.- susurré, pero no me escucharon ya que me encontraba apenas a dos pasos de la puerta.
La abrí y me marché dando un portazo a mis espaldas.

Capitulo 5, mi verdadera identidad


-Fran, lo que le a sucedido a Annie, ha sido horrible.- le dijo mi abuela a mi padre.
-Si Margarethe, lo sé. No debí dejarla salir. - le respondió el. - No pensé que iba a empezar todo tan pronto. Hace apenas dos días que nos mudamos. ¿No podían esperar a que nos acostumbráramos a nuestro nuevo hogar?
-Tranquilo, no te preocupes. Todo saldrá bien. – le dijo mi abuela tranquilizándolo.
¿Qué? Esa… esa era la voz de mi abuela. Pero… ¿donde estoy?
Un momento. ¡No estoy despierta! Pero puedo escuchar.
¿Que me ha sucedido?
Intenté recordarlo y caí en la cuenta de que me había desmayado.
Si. Ahora lo recuerdo. Me choqué con algo, me hice una brecha y después… ¡o no! Después vi a aquella cosa extraña, aquel bicho asqueroso y entonces fue cuando me desmayé. 
 -Mira, yo creo que lo mejor es que le cuentes toda la verdad.
-¿Tu crees? No se si este es el momento adecuado.
- Si Fran,  si que lo es. Cuanto más esperes, mas peligros correrá. Debes decírselo.
¿De que están hablando? ¿Hablan sobre mí?
Debo despertarme. ¡Debo hacerlo ya, ahora mismo. Necesito saber que es lo que me tienen que contar. Vamos Annie, despiértate ¡despiértate!
-Annie, ¡te has despertado! – dijo mi padre dándome un abrazo.
Si lo he hecho. Como, ni idea, pero lo había conseguido.
-Estábamos muy preocupados- dijo mi abuela.
-Lo siento…. ¿Dónde estoy?
-Estas en el hospital, un hombre te vio tirada en la acera sangrando, y llamó a la ambulancia.
-Ay.- exclamé. Me dolía la herida, que ya estaba cosida y vendada.
-Menuda avería te has hecho.
-Pues si. Pero veréis, papá, abuela, se que esto parece una locura, pero algo me golpeo por la espalda, y entonces fue cuando me caí. Después me gire y lo que vi fue espantoso. Una especie de bicho gigantesco con forma de lagarto. ¿Os lo podéis creer?
-¿Un bicho gigante?- dijeron los dos en unísono.
-Eh… si. - ¿Qué era lo que acababa de decirles? ¿Como podía haberles contado que me había chocado con un bicho, si ni siquiera sabia si había sido real o no? Podría haber sido por culpa del golpe. – Bueno… no. Nada, dejarlo. No me hagáis caso. Seguramente fue mi imaginación, parece ser que últimamente tengo más de lo habitual.
-Bueno… respecto a eso, tenemos que hablar. Veras, todo lo que te ha estado sucediendo últimamente, tiene una explicación.
-Hombre… una explicación supongo que tendrá, pero que sea lógica… de eso ya no estoy tan segura. Papá, por cierto, Os he escuchado hablar. No se como ni porqué, pero oía todo lo que decíais. Hablabais de mí, ¿No es así?
Los dos estaban alucinando.
-Si, es alucinante. Ahora hacer el favor de contármelo.
-Está relacionado con lo que te a sucedido estos dos últimos días pero… No se si este es un buen momento.
-¡FRAN!- Le chillo mi abuela.- Si que es un buen momento. Deja de dar rodeos y  díselo ya.
-De acuerdo mamá. Veras Annie, ¿Dices que te golpeo una especie de bicho con forma de reptil?
-Si.
-Lo que te golpeo, fue un Levinn, una especie de criatura de más de dos metros de altura, con forma de lagarto, dientes afilados, y ojos color ámbar.
-Eso… ¡Eso fue lo que vi! Pero, espera, ¿Cómo lo sabes? ¿Tú también lo viste?
-No exactamente.
-¿Entonces? ¿Cómo sabes lo que era? Era tan irreal… Como un monstruo que quería devorarme, bueno de hecho estoy segura que era lo que quería. No entiendo como no lo hizo…- le expliqué horrorizada. Deseaba borrar aquella desagradable imagen de mi mente, pero era imposible. Se quedaría grabada ahí durante toda mi vida.
 -Lo sabemos cariño, y lamentablemente, tengo que decirte que era real.- dijo la abuela.-Es uno de los muchos que forman parte del ejercito de lord William. Lo envió para atraparte, pero por suerte, no lo consiguió.
-Mira Annie, lamento decirte esto, y espero que no te enfades por ello, pero… te mentimos.-Dijo mi padre, con una expresión triste en el rostro.
-Espera, No me estoy enterando absolutamente de nada. Las cosas por partes por favor. Aclárame eso de mentirme.
- Pues, haber como te digo yo esto. Sobre el tema de tu madre, tu identidad… y sobre todas las cosas que te han estado sucediendo durante estos dos días.
-Papá, no es que sea cortita de entendederas, pero sigo sin enterarme de nada.
-Bueno, es el momento de que te cuente toda la verdad. La verdad sobre la razón por la que se marchó tu madre, la verdad sobre aquel parque que viste, y la verdad sobre ti.
-Papá me estas asustando. No sabía que había alguna verdad que saber. Bueno, te escucho.- le dije. Había una cosa que no entendía. Bueno muchas, pero una de las principales era, ¿Como sabía mi padre lo del parque?
-Pues mira Annie, no se por donde empezar.
-Vamos papá. Empieza por el principio.
- De acuerdo, vale. Voy a empezar por lo de tu madre. Ella se fue cuando apenas tenías 4 años.
-Si, lo sé. Nunca quisiste decirme el verdadero motivo.
-No podía. Eras demasiado pequeña y no lo entenderías. Tu madre, se marchó a un lugar, a un lugar lejano. Tenía un gran deber allí, el deber de no dejar escapar a Lord William. Lo mantuvo encerrado durante 11 años, pero ahora, ha escapado.
-¿Qué? Papá, ¿Qué estas diciendo? ¿Sabes? Creo que eres tú el que se ha dado el golpe en la cabeza, y no yo.
-Cariño, no bromees con lo que te estoy diciendo. Es importante. Tu madre… tu madre es una especie de hada, con el deber de vencer a Lord William y poner la paz en el mundo. Ella así lo hizo. Pero ahora, él ha escapado, y tú… tú eres la sucesora de tu madre. Su única hija. Tú también eres un hada.
-¿¡Que!? Papá, esto ya es demasiado. Enserio, vete a un psicólogo o mírate la cabeza o lo que quieras, pero haz algo. No se si será la mudanza o que, pero estas delirando. ¿Te has escuchado hablar? Pareces un completo loco. - le dije un poco alterada. ¿Pretende que me crea que soy… un hada? Aquel ser mitológico, aquel tan hermoso y mágico, aquel con el que todas las niñas han soñado ser en su infancia… ¿Pretenden que me crea que soy uno de esos? Esto es una locura.
-Annie, escucha…
-¡Papá! las hadas no existen. ¡Parece mentira que seas un adulto! ¿No te das cuenta que las hadas solo salen en las películas? Son cosa de crios. ¿Lo pillas?
-No pensaras que hablo de hadas… hadas como campanilla, que viven en el país de nunca jamás… ¿no?-respondió en forma divertida.
-Pues la verdad… es que si. Esa es mi definición sobre la palabra hada.
-Bueno si, pero yo no me refiero a ese tipo de hadas. Verás allí en  Mandilia, reino en el que se encuentra tu madre, se les llama hadas a las guardianas del país. Es diferente a las hadas que tú te refieres. Veras, son las únicas capaces de vencer a lord William y llevar la paz. Hay una cada milenio.
Tu madre es la 5 de la generación, ella cumplió su deber, pero no salió del todo bien, ya que lord William escapó. Ella no puede vencerlo de nuevo, por eso, debes hacerlo tú. Tú eres la 6 guardiana, hada de Mandilia.

martes, 12 de octubre de 2010

capitulo 4


Me consumí en un profundo sueño.
pi pi.
¿Que a sido ese sonido?
Abrí un ojo lentamente y me di cuenta de que lo que había sonado era mi reloj de muñeca.
-Maldito reloj. Me has despertado. – refunfuñé.-Espera un momento… ¿Que es esto? – dije mientra me frotaba los ojos. – ¿Donde estoy? Esto no es mi cuarto, es un palacio. ¿Qué hago yo aquí?-Dije en voz alta, extrañada.
Miré al frente y allí estaba él. Aquel chico misterioso del parque.
Se me escapo una pequeña exclamación al verlo y seguidamente me maldije, ya que podían haberme escuchado.
Me escondí tras una columna, y lo observé desde allí, en silencio.
No estaba solo, estaba ablando con un hombre, un hombre de mediana edad, con una barba blanca y larga. Debía de ser un rey ya que se encontraba sentado en una especie de trono decorado con una extraña piel. Piel de un animal, seguro. El hombre vestía una especie de túnica blanca y azul, o algo parecido. Era un poco raro. La primera vez que veía a alguien así.
-¿Dices que viste a la chica? ¿En el parque?- le preguntó aquel hombre.
-Si señor. La vi. Sin duda era ella.
¿De que chica estarán hablando?
CRASH
-¿Que ha sido eso?- dijo el hombre mirando en la dirección donde me escondía.
¡Mierda! ¿Que hacia un jarrón detrás de mí? Maldita torpeza, por tu culpa me han descubierto.
-¡Ella! ¡Es ella!- dijo el chico.
- ¡Annie!- dijo el hombre con una sonrisa malvada – Si, eres tú. Vamos ven, ven aquí.
¿Qué? ¿Me estaba llamando?
Negué con la cabeza.
-¿A no? De acuerdo, entonces voy yo.
¿Qué? No. Se estaba acercando, y yo no me podía mover.  El miedo me había paralizado.
Annie, muévete, me dije a mi misma. Empecé a dar pequeños pasos hacía atrás, sin apartar la mirada de aquel hombre, y del chico perfecto.
-Annie estate quieta. No huyas, no podrás escapar. Annie, ven. Annie…
-¡ANNIE DESPIERTA!- era la voz de mi padre.
-¿Eh? ¿Qué? ¿Donde estoy? ¿Que ha pasado?
- Has tenido una pesadilla, nada más. Tranquila.
Valla... con que una pesadilla. Pues menos mal. Que sueño más raro. Me toqué la frente y me di cuenta de que estaba sudando. Lo había pasado realmente mal.
-Venga cariño que ya son las 11:00 te espero en la cocina, que es la hora de desayunar.
-Vale papá, ya voy.
Cuando terminé de desayunar decidí volver a aquel misterioso parque. La idea no me convencía mucho, pero debía hacerlo. Tenia que conseguir las respuestas a todas mis preguntas.
Me vestí, cogí el móvil y fui dirección a la puerta.
-Me marcho a dar una vuelta. Vengo para la hora de comer.- le dije.
-Vale, pero ten cuidado por favor.
-Tranquilo papá. No me va a pasar nada. – le dije sonriendo.
-Eso espero.- susurró.
¿Cómo que eso espero? ¿A que venia aquello?
Decidí no darle importancia y puse rumbo hacía el parque.
En el camino no dejé de pensar en aquel sueño. ¿Que era aquel palacio? ¿Y aquel hombre? Y lo peor, ¿Qué hacía él en aquel lugar?
Estuve caminando durante un rato, y por fin llegué.
Me quedé helada al darme cuenta de lo que se encontraba frente a mí.
Nada. No había nada. El parque... No estaba, había desaparecido.
Me froté los ojos, por si estaba teniendo una alucinación, pero no. El parque se había esfumado.
En su lugar, se encontraba una casa pintoresca, con un tejado mas colorido de lo normal y unas ventanas realmente grandes. La parte trasera de la casa la completaba un enorme jardín decorado con gnomos, conejos y ese tipo de estatuas de jardín.
Confundida miré a los alrededores por si me había equivocado de lugar. Pero no era así. Estaba en el lugar correcto.
¿Me estaría volviendo loca? Aquella pregunta no dejaba de darme vueltas y vueltas. No podía ser. Aller había un parque, y hoy... Por arte de magia o lo que dios quiera, ya no estaba. Y para colmo, en su lugar se encontraba una casa que parecía salida de una película campestre.
¿Qué era todo esto?
Desde que llegué a Nueva York, solo me pasaban cosas extrañas y eso que apenas llevaba dos días.
 -Tranquila Annie, no es nada. Seguramente abran decidido demoler el parque porque no iba casi nadie, y en su lugar han construido una casa, para una familia que se acaba de mudar al igual que tú.- dije para tranquilizarme. ¿Para tranquilizarme? Lo que acababa de decir no tenía ni pies ni cabeza. ¿Cómo iban a construir una casa en tan solo un día? Aquí había algo raro, algo que no encajaba y yo me estaba empezando a asustar.
Ya no podía más. Me estaba empezando a estresar entre tantas cosas.
Pensé que lo mejor seria volver a casa.
Me di la vuelta y empecé a caminar. Crucé tres calles, y cuando tenía la intención de girar a la izquierda, algo me golpeo por la espalda.
Caí y me di de bruces contra el suelo. Mi frente golpeó contra una piedra, provocándome una herida, la cual empezó a derramar sangre.
Me asusté. Odiaba la sangre. ¡Le tenía pánico! De pequeña fui una niña un poco bastante problemática. Es decir, no problemática porque me metía en líos, ni mucho menos, problemática respecto al tema de salud. Al parecer no me alimentaba demasiado bien, y cada dos por tres mi padre me tenía que llevar a urgencias a que me hicieran análisis. Ver mi sangre a trabes de aquella especie de cable transparente y ver llenarse aquellos botecitos con ella, me daba nauseas. Me maree varias veces, y desde entonces, no puedo ni olerla. Y encima ahora tenía una brecha en toda la frente, lo que me faltaba.
Me di la vuelta, todavía en el suelo, queriendo ver con lo que me había golpeado.
En cuanto lo vi, mi corazón dio un vuelco y en la garganta se me formó un gran nudo que me impedía tragar saliva. El pánico me invadió por completo. ¿Que narices era aquello?
Delante de mí se encontraba una especie de bicho, un bicho que nunca antes había visto.
Tenía forma de reptil y… Medía más de dos metros.
Su piel estaba llena de escamas muy juntas, tenía dientes muy afilados y una lengua muy larga. Sus ojos eran terroríficos, de color ámbar y en ellos se reflejaba odio, odio y hambre. Sin duda, aquel bicho tenia intención de devorarme.
-Definitivamente, estoy loca- dije mientras me tocaba la brecha que me había hecho.
Vi que el reptil se acercaba a mí y comencé a sentir frío por mis mejillas. El frío fue aumentando y noté como la tierra comenzaba a dar vueltas y mas vueltas, hasta que finalmente, me desmayé.

Capitulo 3, El chico del parque.


Nueva York ¡era enorme! Estuve media hora caminando.
Estaba lleno de gente, y de edificios muy altos. Pero había una cosa que no me gustaba para nada, y era aquel olor tan asqueroso a causa de la contaminación.
Olía como a rueda desgastada y a tubería. Un olor realmente desagradable, que se introducía en las fosas nasales y no había forma de sacarlo de ahí.
Tras cruzar una calle llegué a un parquecito.
Nunca había visto nada parecido. Era muy bonito. Estaba rodeado de árboles con una especie de flores negras y rosas. Unas flores que nunca antes había visto. Le daban un aire tranquilo y misterioso, pero a la vez, tenían un efecto reconfortable… Extraño y acogedor al mismo tiempo.
Cerca de la entrada había una fuente, con un grabado, que decía: “No todo es como creemos. Guíate por tu corazón y no por lo que los ojos te digan.”
-¿Y esta frase, a que viene? Que extraño- dije en voz alta.
Miré dirección al centro y pude ver los típicos columpios que se encuentran en todos los parques, pero esta vez, tenían algo diferente, no sé el qué, pero había algo que no me convencía. Aquel parque tenía algo que me desconcertaba, y  es que... estaba vacío.
Mire el reloj. Eran las 8:30. Los más probable era que estuviera vació porque ya casi había oscurecido.
Decidí entrar, y en cuanto lo hice, una sensación muy extraña recorrió todo mi cuerpo. Mire a los alrededores y la gente… había desparecido. Las calles estaban vacías. ¡Todo estaba desierto!
No podía ser. Hace cinco minutos, las calles estaban repletas de gente, y ahora… Nadie, ni una triste alma.
Anonada decidí irme de allí. Quería irme a casa con mi padre y mi abuela.
Justo cuando tenía la intención de darme la vuelta vislumbre un movimiento detrás de uno de los árboles. Me acerqué un poco y entonces, lo vi.
Durante años había tenido en mente una imagen de un chico, un chico con el que soñaba a menudo, misterioso, romántico y enigmático. Un chico de unos 17 años, alto y delgado.
Y allí estaba él. De pie, al lado de un árbol, mirándome.
Con la misma tez, los mismos cabellos oscuros, rizados y largos que brillaban bajo los últimos rallos de sol.
Todo era igual al chico de mis pensamientos, bueno, mejor dicho, casi todo.
Sus ojos. Había algo diferente en ellos.
A pesar de los 7 metros de distancia  que nos separaban, pude verlos perfectamente, ya que brillaban de una forma mágica.
No sabría decir de qué color eran. Azules, marrones o verdes. Una mezcla entre aquellos tres colores.
Aquel chico, era perfecto.
Hasta hace unas horas, pensaba que nunca conseguiría olvidarme de John, por mucho que lo intentara. El para mi era la perfección, la perfección en persona.
Pero después de ver a este chico, mi opinión cambió. Nunca pensé que aquel con el que soñaba tan a menudo, llegaría a ser real… Pero si. Si que lo era. Y estaba delante de mí.
No podía apartar mi mirada de la suya, había algo que me impulsaba hacia el. Algo que me decía que debía ir donde el. Como si estuviera siendo arrastrada por un imán.
Una brisa de aire fresco me sacó de mis pensamientos. Mire en la dirección donde se encontraba él, pero ya no estaba. Había desaparecido. Se había esfumado, y yo ni me había dado cuenta.
Me di la vuelta dirección a casa.
Las piernas me temblaban y todavía tenía el corazón acelerado.
En el camino no deje de pensar, en que tal vez, aquel chico, solo había sido fruto de mi imaginación. Era todo demasiado extraño y perfecto como para ser real. ¿Qué sucedió cuando entré a aquel parque? Y aquel chico, ¿había sido real? ¿Y si era así, como había desaparecido tan rápidamente?
No encontraba respuesta alguna para aquellas preguntas, pero tenía una cosa clara. Por muy poco que me gustara aquel parque, debía volver. Tenia que aclarar todas esas dudas. Necesitaba volver a ver a aquel chico, y esa era la única opción.
Llegué a casa sobre las 9:00.
Decidí no contarle nada a papá, primero porque tal vez no me creyera y no me apetecía que me tomara por loca, y segundo, porque prefería aclararlo todo yo sola, por mi cuenta.
Cené, vi una película, y me acosté. Había sido un día muy ajetreado y estaba muy cansada. Necesitaba relajar mi mente. Alejarla de aquellos pensamientos durante un rato.

Capítulo 2, Nueva ciudad, nueva vida.


La semana pasó muy rápido, por desgracia. Estuve todos los días con mis amigas ya que no las iba a volver a ver en un tiempo muy largo. ¡Las iba a echar tanto de menos! Ellas lo eran todo para mí.
Pero lo peor era que me tenía que marchar sin poder despedirme de John. El estaba de vacaciones y todavía no había vuelto.
Le escribí una carta, en la que se lo conté todo.
La carta decía:
“Hola John,
Cuando leas esto estaré a muchos kilómetros de aquí.
A mi padre le han ofrecido un nuevo trabajo en Nueva York, y bueno, nos hemos tenido que mudar. Esto ha sido muy duro para mí. Sobre todo porque no me he podido despedir como me hubiera gustado.
Probablemente no nos veamos en mucho tiempo, y eso me duele.
Que oportuno es mi padre, ¿eh? Justo ahora que habíamos empezado a entendernos… justo cuando me había animado a contarte todo lo que siento por ti… Nos mudamos.
Seguramente no entiendas nada, pero tranquilo que te lo explico. Verás, desde que te vi el verano pasado, me gustaste. Pero no me atrevía a decírtelo, ya que tenía miedo al rechazo. Lo sé, te lo tenía que haber contado mucho antes. Lo intenté varias veces, pero no pude.
Yo no se si tu sientes lo mismo por mi o no… y puede que nunca llegue a saberlo.
Pero tengo que decirte una cosa. Veras… como dije antes me gustas, y mucho.
Por desgracia, yo me he mudado y solo nos veremos una vez al año, dos como mucho. Por esa razón, lo nuestro no puede ser. Puede que te importe, o puede que no. No lo sé. Solo sé que por mucho que lo intentaríamos, la relación a distancia, no funcionaria. Me duele mucho decirte esto, pero es lo único que puedo hacer.
Voy a empezar una nueva vida, y a partir de ahora, todo va a ser nuevo para mí.
Claro que, eso no significa que valla a olvidar a mis amigas y amigos.
Simplemente, quiero hacer desaparecer lo que siento por ti, me gustaría poder empezar desde cero, ya que, de este modo, me ira mejor.
Seguiremos siendo amigos, si tú quieres claro ;)
Espero que me entiendas. Me ayudaría mucho.
¡Gracias!
Un besazo.
Te Quiere, Annie.”
No se si he hecho bien o no en decirle que me iba a olvidar de el. Pero era lo que debía hacer.
Estuve meditándolo durante toda la semana, y lo decidí. Por mucho que me costara, le iba a olvidar.
Les entregué la carta a mis amigas y les dije que se la dieran cuando yo estuviera en Nueva York.
Ellas no dudaron en aceptar.
Llegó el día 6 de septiembre. Día que nos marchábamos. Llamé a mis amigas para que vinieran a casa, y estuvimos sacándonos fotos hasta que llegó la hora.
Vino mi padre para avisarnos que en 5 minutos nos marchábamos. Empezamos todas a llorar, estábamos muy tristes.
Todo pasó rápido, nos dimos besos y abrazos, me monte en el coche, y nos fuimos.
Pusimos marcha hacia Nueva York. Se acabó, me esperaba una nueva vida.
El viaje se me hizo eterno, pero no me importo, ya que no tenía muchas ganas de llegar.
No dejaba de pensar en lo que estarían haciendo mis amigas sin mi, en si me iban a echar de menos, o si me llegarían a olvidar algún día.
Decidí apartar esos pensamientos negativos. Esta era una nueva oportunidad para conocer gente nueva. Debía aprovecharla.
Llegamos sobre las 5:30 de la tarde.
La verdad es que Nueva York era precioso. Tal y como yo me lo esperaba.
Lleno de tráfico, gente y edificios altísimos. Estaba todo decorado con luces y neones (Todavía no estaban encendidas).
De noche, sería realmente bonito. Como un espectáculo de luces.
Era todo tan diferente a  donde yo vivía antes. Yo vivía en un pequeño pueblo, y esto… ¡esto era una gran ciudad!
Llegamos a la nueva casa. No era como la que teníamos en Canadá. Esta era más pequeña, mucho más.
Allí teníamos una casa muy grande, ya que al ser un pueblo pequeño no había pisos.
La verdad es que no sé si llegare a adaptarme a esta nueva forma de vida.
Subimos al piso, fui directa a mi habitación y cerré la puerta con el pestillo. No quería que nada ni nadie me molestaran, lo único que quería era estar sola y poder pensar en mis cosas.
Todos mis muebles estaban colocados, ya que los fueron trayendo durante la semana.
Me tumbe en la cama y sin darme cuenta me quede dormida.
Cuando me desperté eran las 7:30 de la tarde.
Decidí salir a dar una vuelta para familiarizarme con la que a partir de ahora iba a ser mi ciudad.
Salí de mi cuarto y me dirigí hacia la entrada.
-Adiós papá. Vengo en una hora.
- Pero hija, ¿a donde vas?
-Papá, quiero que me de un poco el aire, y de paso veo como es la ciudad.
-Está bien, pero no tardes. ¡Haber si te vas a perder!
-Tengo buena orientación, por si lo habías olvidado.
-Pues no se yo que decirte Annie.
-Venga papá, me marcho. Adiós, te quiero.
-Yo también cariño.
Estaba un poco molesta con mi padre, pero decidí que lo mejor sería perdonarlo, ya que, el no tenia la culpa de nada. O al menos, eso creía.

Capitulo 1, ¿Nueva York?

“Cuenta la leyenda, que hace muchos años, reinos mágicos conectaban con cada continente del mundo.
En cada reino mágico, habitaba un hada guardiana, la cual tenía el poder de proteger las tierras de su reino, de todo peligro que se cruzara en su camino. Aquella hada, tenía en su poder, un colgante, en el cual se encontraban las 8 perlas de la naturaleza y con ellas, debía proteger a su pueblo, mejor que a su propia vida…”
Esta es la historia que me contó mi abuela hace unos 5 años.
Me olvidé de presentarme: mi nombre es Annie. Soy una chica corriente, o al menos eso era lo que yo creía. Tengo 15 años y vivo en un pequeño pueblo a las afueras de Canadá.
Soy blanquita de piel y mi pelo es largo, castaño oscuro y ondulado.
Mido 1,60 metros más o menos.
Mis amigas dicen que soy bastante guapa, pero yo no me lo creo... Si no, porque nunca he estado con nadie?
Ellas dicen que simplemente no se dan cuenta de lo que se pierden. Pero yo no estoy tan segura de ello.
Solo pienso una cosa: soy fea.
Soy bastante tímida respecto al tema de hablar con gente desconocida, especialmente con los chicos. Pero bueno, no pasa nada. De momento lo llevo bastante bien ;)
Vivo en una gran casa junto con mi padre y mi abuela.
No tengo madre, ya que se marcho cuando yo apenas tenia 4 años.
Nunca llegué a comprender el verdadero motivo, ya que mi padre no me daba grandes explicaciones. Simplemente me decía: “tuvo que marcharse por problemas que no entenderías”.
¡Pero yo no soy tonta! ¡Ni mucho menos! Se perfectamente que mi padre me ocultaba algo y algún día conseguiré averiguarlo. Pero hasta entonces, no me queda otro remedio que aguantarme.

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30 de agosto, fin de mis vacaciones. Eran las 7 de la tarde y  yo me encontraba tumbada en el sofá, viendo la tele -algo que suelo hacer bastante a menudo-.
Era un sábado como otro cualquiera, aunque, me estaba aburriendo más de lo normal. No es que lo que dieran en la televisión no fuera divertido. En absoluto, estaban dando una película para adolescentes bastante entretenida, pero, a mi ya no me llamaba la atención. Además, ya era la tercera vez que la veía.
Tenía ganas de hacer algo divertido, diferente. Estas dos últimas semanas, habían sido muy monótonas. Me pasaba la mayor parte del tiempo en casa, ya que todas mis amigas se habían marchado de vacaciones.
Todos los días era lo mismo. Desayuno, televisión, comida y cena.
No es que me cansara de hacer el vago. ¡Para nada! El problema es que tengo ganas de hacer algo diferente.
Pero para ello, me tendré que esperar hasta mañana, que por suerte, es cuando llegan tres de mis amigas. Podremos quedar y salir a dar alguna vuelta, o ir al centro comercial.
Mas animada, me levanté del sofá y me dirigí hacia la cocina. Me hice unas palomitas y me dirigí de nuevo hacía el salón. Me senté y arropada con la manta y con las palomitas en la mano, continué viendo la película, por tercera vez.
Tras pasados 5 minutos, entró mi padre.
Levanté la cabeza con intención de preguntarle si necesitaba algo y pude ver que se acercaba lentamente dirección a la televisión.
Sin decirme nada, la apagó.
-¿Se puede saber porqué la apagas? Estaba en una escena realmente interesante…- Refunfuñé, aunque en realidad, no me importó ni lo mas mínimo que me la apagara. De hecho, estaba en una escena un tanto aburrida.
Me incorporé y él se sentó a mi lado.
- Lo siento cariño pero es que... – estaba muy serio y la voz le temblaba, algo que no era muy común en el.
-¿Sucede algo papá?
-Si. Veras, resulta que el trabajo que tengo aquí, no es muy bueno y...  
-Espera, espera- le corté. – ¿No me estarás intentando decir que te han dado un nuevo trabajo no?
-Pues la verdad es que si…- Seguía con aquella expresión seria en su cara.
-Eso está muy bien. – le contesté ilusionada. Hacía ya tiempo que había escuchado algo sobre que su trabajo no era bastante bueno, pero nunca le había dado gran importancia.
-Ya lo sé… pero eso no es todo. Verás… ya sabes que es difícil encontrar un buen trabajo… y… bueno…
- ¿Que pasa papa? Vamos, arranca de una vez. Me estoy empezando a poner nerviosa.
-Vale, seré directo. Nos tenemos que mudar.
- ¿Qué?- le respondí atónita. – ¿mudar? Es una broma, ¿verdad?!
-No, lo siento.
-¿Qué lo sientes? Papá, yo no puedo irme de aquí. Aquí lo tengo todo, mis amigas, amigos… TODO.-le grité.
-Ya lo se cariño. Pero es que no podemos hacer nada más. He hablado con la abuela, y está de acuerdo. Dentro de una semana nos mudamos a Nueva York.
-¡¿Que?! ¿A Nueva York? Está lejísimos papá…
-Bueno… no está tan lejos como tú dices. Exactamente está a…
-¡Me da absolutamente igual a que distancia a la que esté! – le corté. – Lo que me importa es mi futuro. Mis amigas. ¿Qué pasa con ellas? No las volveré a ver en mucho tiempo.
-Bueno cariño, ya las veras una vez cada cierto tiempo. Lo siento mucho de verdad.         Pero… yo no puedo hacer nada al respecto. Nos mudamos y punto. – me respondió.
- Papá no lo entiendo. ¿Cómo me haces esto?- sollocé. No me lo podía creer. Mis amigas llegaban mañana, otras el miércoles… y nada más llegar, me marcharía. No iba a poder ni disfrutar de la semana con ellas. ¿Por qué me tenía que pasar esto a mí?
-No tenemos otra solución. ¡Entiéndelo! Si no acepto ese trabajo, no tendré dinero suficiente para todos tus gastos. ¡¿Es eso lo que quieres?!- me dijo tristemente.
Ahora empezaba a comprenderlo. Su trabajo no es que fuera muy bueno, no ganaba suficiente dinero, y yo cada vez me hacia mas mayor y eso conllevaba a mas gastos. Además dentro de nada se iría a pique, con lo cuál, el se quedaría sin trabajo. Y eso significaba que seriamos… como decirlo... ¿Pobres?
-No papá, claro que no. Pero es que… es muy duro. ¿Seguro que no hay otra solución
-Lo siento.
-Está bien.-Dije tristemente- ¿Te importaría dejarme sola?
En cuanto se marchó, empecé a llorar.
No me lo podía creer. No podía creer que esto me estuviera pasando a mí, a nosotros. Nunca me hubiera imaginado que me pasaría esto. Solía ver películas, en las que las protagonistas abandonaban todo, y se mudaban obligadas por sus padres, por trabajo. Ahora yo me he convertido en una de ellas.
Y lo que mas me fastidia, es que justo ahora nos tenemos que mudar.
Mis amigas y yo estábamos más unidas que nunca, y ahora me tenía que separar de ellas.
Y ya ni que decir de John, aquel chico tan perfecto… Aquel chico que me gusta desde el verano pasado. Justo ahora que probablemente íbamos a empezar una relación… Yo que me había animado a decirle lo que sentía y justo ahora, nos mudamos.
Pero, ¿Qué podía hacer? Nada, como siempre. Aguantarme y tragarme toda mi rabia.
Para calmarme empecé a pensar en que tal vez la mudanza significaba algo. Quiero decir, ¿nunca habéis oído que todo lo que sucede, sucede por algún motivo? Tal vez mi lugar no esté aquí. Tal vez mi lugar no sea junto a ellas, junto a John. Tal vez mi lugar esté en Nueva York, y puede, que allí me espere él, el chico que forme parte de mi vida. Ese amor eterno por el que uno es capaz de morir. Tal vez esté allí, en Nueva York.

voy a escribir una historia

hola a tod@s. voy a escribir una historia, que se va a titular la historia de annie.
va a tratar sobre una chica llamada Annie que se muda a Nueva York, donde descubrirá su verdadera identidad.
esta historia va a estar llena de fantasía y de amor.
espero que os guste. un beso :D
Pink Moustache