Seguidores

martes, 16 de noviembre de 2010

Capitulo 15, atrapada

-¡Soltadme!- les grité.
Comenzaron a reírse.
-¿Quiénes sois? ¿Que queréis de mi?- pregunté un poco asustada.
-Muchas preguntas a la vez.- respondió el hombre de pelo negro y corto, que iba armado con una especie de cuchillo que brillaba bajo el tenebroso callejón. Intenté soltarme, escapar, pero me tenían agarrada, y con las manos atadas.
 – Lord William estará muy orgulloso de nosotros.- dijo el otro hombre, que era mucho mas viejo.
-Lord… Lord… ¿William?-pregunté extrañada.
-Si niña, has escuchado bien, y por favor, deja de hacernos preguntas estúpidas.- respondió antipáticamente el hombre del cuchillo.
-Estúpidos sois vosotros.- susurré. Me escucharon.
-¿Qué ACABAS DE LLAMARNOS?-gritó el que poseía el cuchillo, mientras se abalanzaba hacia mí, colocándomelo al ras del cuello.
-Nada.- respondí.- por favor, ¿podrías apartar eso de mi cuello? Me estas haciendo daño.- dije con tono repulsivo.
-Joder con la niñita. Que carácter tiene. -Respondió el más viejo.
-Mas del que te podrías imaginar, y como me vuelvas a llamar niña, te enteras.- respondí lanzándole una mirada fulminante.-estúpido…- susurré.
-Mira niña, ya me has cansado. –Respondió el hombre del arma.- Cristopher ponle un pañuelo en la boca, no quiero seguir escuchando sus bobadas.-dijo dirigiéndose al hombre mas viejo.
-Bueno, bueno. Está hablando el hombre más inteligente y apuesto del mundo.- le respondí con sarcasmo.
Me gruñó. Y apretó con más fuerza el cuchillo contra mi garganta, provocando que una fina línea de sangre apareciera por ella manchando mi vestido.
-¡Vamos Cristopher! A que esperas. No aguantó más a esta mocosa.
-De acuerdo Smith.-respondió el tal Cristopher.
Vi que se aproximaba hacia mí, dispuesto a colocarme un asqueroso pañuelo en la boca. Sin pensarlo, le mordí en la muñeca, pero no sirvió de nada, ya que, después de gritar, maldecirme y decir mil vulgaridades, me colocó el pañuelo.
Intenté hablar, gritar, pedir ayuda pero de mi boca no salieron más que 3 simples gemidos.
Cristopher y Smith comenzaron a reírse. Me encontraba completamente indefensa. Me sentía inútil, sin poder hacer nada para escapar de aquellos horribles hombres.
Dios, porque tenia que pasarme esto a mí. Yo que iba a pasar uno de los mejores sábados de mi vida, y vienen estos estúpidos, a fastidiármelo todo.
-Vamos niña, que no vamos a pasarnos en ésta callejuela toda la vida.-dijo Smith empujando de mí para que comenzara a caminar.
No tuve más remedio que hacerle caso. Estuvimos andando durante 10 minutos, hasta que se detuvieron, frente a una carretera, en la que estaba aparcado un siniestro coche negro.
-Venga, entra dentro.-me gritó Christopher.
Gemí. No podía hacer otra cosa, ya que el pañuelo que tapaba mi boca, solo me dejaba procesar aquel ridículo ruidito.
Me agarró por el cuello empujándome hacia el interior del auto.
Dentro de éste se encontraba una señora mayor trajeada y de cabellos oscuros como el carbón. No se giró, ni se inmutó, simplemente se dispuso a mirar atentamente por el cristal.
Smith se sentó en la parte del copiloto, y por desgracia, Christopher se sentó en la parte trasera, a mi lado. Era un hombre completamente repulsivo. Vi con la forma que miraba mis desnudas piernas, incluso me percaté, que tenia la intención de ponerme sus asquerosas manos encima. Le lancé una mirada fulminante, con la esperanza de que parara, ya que por culpa del pañuelo no le podía gritar ni decir nada. Hizo caso omiso de mi mirada, y siguió a lo suyo. Yo comenzaba a asustarme. Posó su mano en mi rodilla, y a continuación, se dispuso a subirla lentamente hacia arriba. Cerré mis piernas de golpe, pero aun así, él siguió. Justo cuando tenia intención de tocar mi muslo derecho, Smith le gritó, ya que se había percatado de lo estaba haciendo.
-Deja de hacer tonterías  Christopher. No podemos hacer daño a la chica, Lord William solo nos pidió que se la lleváramos. ¡Nada más!- le dijo Smith.
-Bueno…- dijo avergonzado.- yo no le iba a hacer daño.
-Pero tenías intención de hacer otras cosas. No puedes ponerle la mano encima, ¿me has oído?- le respondió éste.
-Si…
-Cerdo…- intenté pronunciar, pero por culpa del pañuelo, solo salió un simple y ridículo gemido de mi boca.
¿Cuando narices me quitaran este asqueroso pañuelo? Pensé de mala gana.
No podía creer que esto me estuviera pasando a mí.
¿Y si es un sueño? Pensé esperanzada, pero acto seguido, aquella esperanza se esfumó sin dejar rastro. El corte de mi cuello, los hombres, el auto… era todo demasiado real, imposible de ser un sueño. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pink Moustache