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martes, 16 de noviembre de 2010

Capitulo 13

Viernes. Ya es viernes. Al fin llegó el tan esperado fin de semana.
Layla y yo nos hicimos muy amigas durante estos 5 días. Me caía genial. Siempre estaba dispuesta a ayudarme en todo. Era una chica encantadora.
Como todos los días, mi madre me llevó en su precioso coche azul al colegio, y como no, allí estaba ella, esperándome, tan sonriente como siempre.
-¡Layla! – grité mientras echaba a correr hacia donde se encontraba ella.
-Annie guapa.- dijo mientras me abrazaba.- ¿que tal te encuentras?- me preguntó, ya que durante la semana había estado un poco depre…
- Pues mucho mejor. Además, ¡es viernes tía!
-Lo sé, y de eso te quería hablar.- dijo poniendo cara de diversión.- veras, estuve pensando y… ¿Qué te parece si nos vamos de ligoteo el sábado? Ya sabes… a una discoteca de por aquí… que es muy famosa, y está repleta de chicos guapos.- dijo alegremente.
-¡Claro! Y arrasaremos.- dije animadamente.- Además, seguro que va tu Jack, y como no, aprovecharas al máximo…
-Me has pillado…- dijo con una sonrisa pícara.- el sábado cae, ya veras!
- Haber si es verdad. Además, estoy segura de que le gustas, se le nota en la mirada…
-Ojala…- respondió ella, y nos echamos a reír.
- ¿Te puedo hacer una pregunta?- le dije.
-¡Claro!
-Ehhh…pues veras…tu crees, que… el chico este del parque…
-¿Ira a la disco?- dijo terminando la frase por mi.
-Si…
-Pues no lo sé, pero puede. Es una discoteca muy famosa y está llena de jóvenes. Además, la esperanza es lo ultimo que se pierde.- dijo guiñándome un ojo.
-Si… ¡tienes razón!- dije animadamente.
En cuanto terminé mi frase, sonó el timbre que indicaba que teníamos que entrar a clase.
Llegó la hora del recreo y Layla me preguntó haber que me pondría para ir de fiesta. En ese momento, caí en la cuenta de que… ¡no tenia nada!
-Tranquila, no te preocupes oí mismo nos vamos de compras, y te ayudo a elegir un vestido.- me dijo.
-Gracias.- respondí alegremente.
-Ya veras, ¡vas a ir preciosa! Se van a quedar todos boquiabiertos. – me dijo con una de sus enormes sonrisas.
- Eso es imposible…
-¡Pero que dices! Con lo guapa que eres. – dijo alegremente, y las dos nos echamos a reír. No se como lo hace, pero hasta en los peores momentos, consigue sacarme una sonrisa.
Se me pasaron las clases volando, la emoción por el fin de semana que me esperaba, supongo.
-Hola mama.- dije entrando en el coche.- veras, he quedado con Layla para ir de compras, ya que mañana, nos vamos de fiesta…
-¿Qué te vas de fiesta?
-Si mamá…
-¿No crees que eres un poco pequeña?
-¡Pero mama, por favor, que tengo 15 años! –respondí un poco molesta. Odiaba que me trataran como a una niña pequeña.
-Bueno…
-Porfa. Además, saliendo, es una forma de conocer gente nueva, y de acostumbrarme a esto. Por favooor – le dije poniendo cara de suplica.
-Bueno… está bien…- accedió. – ¡pero a las 3:00 te quiero en casa!
-Claro mamá. Eres la mejor madre del mundo. ¿Lo sabias no?- le dije haciéndole la pelota.
-Bueno bueno, no te pases.
Llegamos a casa, y estuve viendo la tele hasta que Layla me vino a recoger sobre las 4:30, ya que vivía en un pueblo a 1 kilómetro del mío.
-¡Ya voy!- le grité desde la ventana.
Salí corriendo de casa cogiendo mi móvil y el dinero.
Me junté con ella y nos dirigimos hacia la parada del autobús, que nos llevaría directas hacia el centro comercial de Wasserfall.
Tardamos 6 minutos en llegar, nos bajamos del autobús y nos dirigimos hacia la entrada.
En cuanto entramos, pude ver, que no era como todos los centros comerciales, bueno, la verdad, aquí en Mandilia todo era diferente…
-Annie, ¿porque te detienes?- me preguntó Layla sacándome del trance.
-Ehh… no, por nada. Lo siento. Simplemente me había quedado pensando en que esto es completamente diferente a los centros comerciales de Nueva York.
-Ya, pero no me negaras, ¡que es precioso!
Le sonreí. Tenía toda la razón del mundo. Era enorme, y estaba todo completamente iluminado con luces de colores que alegraban la vista. Estaba lleno de gente que andaba de aquí para ya, con sus bolsas de la compra. Bueno, si se les podía llamar gente, ya que normales, no eran.
Pude observar como una familia de duendes, muy graciosos, pasaba al lado nuestro. Nos saludaron con una enorme sonrisa, a la vez que nos decían que pasáramos un agradable día.
“Que amables resultan ser estos Mandilianos” pensé alegremente.
-¡Mira! ¡Este vestido es precioso!- grito Layla interrumpiendo mis pensamientos.
-No grites…- le dije
-bueno… lo siento. Pero es que me he emocionado. ¡Míralo, es perfecto para ti!- dijo señalando un precioso vestido azul colocado en uno de los maniquís de la tienda.
-Si, la verdad es que es muy bonito. Pero no sé, no me convence. Yo nunca he ido con uno de estos y… no se…
-Annie, es perfecto. Confía en mí. ¡Con esto arrasaras! Si el chico del que tanto hablas, va a la discoteca… en cuanto te vea, ¡caerá rendido a tus pies!
-Pfff... no exageres.
-¿Qué no? ¡Anda ya! Te aviso, ¡yo no me marcho de aquí sin que tú te hayas comprado este vestido!
-Bueno… esta bien. Me has convencido.- dije por fin.

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