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sábado, 11 de diciembre de 2010

Capitulo 24, desconcertada


Me marché directa a mi cuarto, y tras quitarme el manchado vestido, me coloqué el pijama, y me introduje en la cama.
Me acurruqué entre las sabanas, y aspiré profundamente, ya que el olor que desprendía la sudadera de Albert, me adormecía. Si, seguía con ella puesta. Lo único que me había colocado, era la parte de abajo del pijama, ya que, no quería deshacerme de la sudadera. Era como un preciado tesoro para mí. Y aunque solo fuera durante esta noche, deseaba tenerla junto a mí, ya que era como dormir junto a Albert…
Me dormí, pensando en él. No tardé nada, ya que estaba muy cansada.
-¡Annie, despierta! Vamos levántate. -Se escuchó. Abrí un ojo, con cautela y tras pestañear varias veces, la vi.
-Un poco más…- dije aún adormecida.
-¡Annie, como no te levantes ya, vas a llegar tarde!
-¿ehhh? Pero mamá…
-¡Annie, que son las 8:10 y en 20 minutos empiezan las clases!
-¡QUE!?-me incorporé de golpe- ¿Y porque no me has despertado antes? ¿No ves que necesito mas de una hora para prepararme?- grité alterada.
-Llevo un cuarto de hora intentando levantarte, ya que tras sonarte el despertador, lo has apagado y has seguido durmiendo tan tranquila…-suspiró- Vamos anda, vístete.- y se marchó.
Corriendo, me levanté, y fui directa al armario. Me puse lo primero que pillé: la sudadera marrón que me compré al mudarme a Nueva York, unos vaqueros claritos, y mis botas UGG. Me fui al baño a peinarme, y en 10 minutos ya estaba lista. Perfecto, todavía me sobraban unos 5 minutos.
-Ya estoy mama!- grité en cuanto llegué a la entrada.
-Habrás desayunado ya ¿no?- dijo desde la cocina. Mierda el desayuno.
-No… ya voy.- corrí hacia la cocina.
-Cuando se te quitara esa cabeza de chorlito…- murmuró.- te espero en el porche.
-Vale.- dije. Cogí el baso de leche que se encontraba encima de la mesa y bebí un sorbo, luego otro y otro… En cuanto terminé, me dirigí hacia el porche, como mamá me había dicho. Una vez allí, me monté en el coche, y pusimos marcha hacia Wasserfall Magic High School.
-Me has sorprendido Annie.- dijo mamá
-¿Y eso?
-Pues… porque es la primera vez que veo, que te preparas en menos de media hora.-dijo irónicamente.
-¡ahhh eso! Jajaj. Si tienes razón, no se ni yo como lo he hecho. Todavía estoy alucinando.- Me reí.
-Bueno, ya hemos llegado. –dijo mamá mientras detenía el coche en el aparcamiento.
-Adiós, te quiero.- dije en cuanto lo detuvo. Le di un beso y me fui.
-¡Annie!-dijo uno voz conocida a lo lejos. Mire en esa dirección. Era Layla.
-Layla guapa.- dije mientras corría hacia donde se encontraba ella.
-¿Que tal?- me preguntó.
-Bueno… hay ando. ¿Y tú?
-¿Yo? Genial tía, contentísima.- respondió con una de sus enormes sonrisas.
-Me lo imaginaba.- Le sonreí.- ¿sabes? Te envidio…- dije cambiando de expresión.
-¿Qué?- preguntó algo confusa.
-Pues… que te envidio…
-Si si. Eso ya lo he escuchado, pero… ¿Por qué?
-Pues… Veras, yo… soy un hada guardiana. Tengo el deber de vencer a lord William, y llevar la paz en el mundo. Ya sé que debería estar orgullosa de ello, y si, lo estoy. Lo que pasa es, que no ha hecho nada mas que traerme problemas.- respondí tristemente.- Además, estoy enamorada de Albert como una completa estúpida, sabiendo, que nunca voy a poder estar junto a él. En cambio... mírate a ti. Llevas una vida normal, feliz, sin complicaciones, y con un novio que te quiere y te cuida.- Noté que las ganas de llorar me invadían, pero hice un enorme esfuerzo por contenerlas. Vista de eso modo, mi vida era un desastre.
-Annie… Estas equivocada. Mi vida no es normal y sin preocupaciones, ni mucho menos. De hecho yo… yo soy…
-¡Layla!- se escuchó. Jack se acercó corriendo hacia donde nos encontrábamos. En cuanto se puso a nuestra altura añadió- Layla, ¿vienes?
-Yo…- dijo ésta mientras me miraba.
-Tranquila, ya hablaremos mas tarde. –dije sonriendo, a pesar de que me moría de ganas por saber que era lo que Layla me tenia que decir.
-Eres la mejor- me dijo. Se dirigió a Jack- ¿esperas un segundo?
-Claro- respondió el.
-Mira Annie- se me acercó.- tú vida no es tan horrible como parece. Eres especial Annie, especial. Y yo te quiero por eso. Tú tranquila, que todo se va a terminar solucionando, ya veras, solo tienes que creer en ello. Y respecto a Albert, estate tranquila, siempre hay una solución para todo. Además, tal vez, si que podáis estar juntos, quien sabe. Yo solo te digo, que, la vida da muchas vueltas, y puede traer sorpresas.- sonrió- ahora, lo que te pido, es qué estés preparada para todo lo que te espere, sea malo o bueno. Y si miras el lado positivo de las cosas, te irá todo mucho mejor, ya veras. Además, me tienes a mí como amiga, y eso, te va a ayudar un montón- me guiñó un ojo, y me abrazó. Uno de sus abrazos calidos y tranquilizadores. Esta vez, no pude contener las lágrimas. Lagrimas de emoción. Todo lo que me había dicho, me llegó muy adentro. Layla era una amiga de verdad, y con eso, me bastaba.
-Layla yo…-dije a un con lagrimas en los ojos.- gracias. Gracias a ti, se que voy a poder seguir a delante. Eres una amiga de verdad, y te quiero mucho. Gracias de nuevo, por todo lo que haces por mi, enserio. –la abracé.
-Tranquila, para eso están las amigas. Bueno yo ya me marcho.- me dio un beso.- ya hablaremos con mas tiempo.
-Vale- sonreí.
-Annie, adiós. Y por cierto, yo no se exactamente lo que te sucede, pero aun así, ¡ánimo! Debes de ser fuerte- me animó Jack, tras darme un beso en la mejilla.
-Muchas gracias. Adiós chicos. Ya no veremos.- me despedí.
En cuanto se fueron, me dirigí hacia mi clase.
Se me pasó el tiempo volando, ya que estuve toda la hora dándole vueltas y vueltas a todo lo sucedido.
Tras acabar la primera clase, me dirigí hacia el banco en el que había quedado con Layla.
Me senté, y pasados unos minutos alguien se sentó a mi lado.
-Hola- dijo aquella voz masculina que tanto me atraía. Lo miré y mis ojos quedaron atrapados en los suyos, en aquellos ojos misteriosos…
-A…A…Albert… ¿Que…Que estas haciendo aquí?-tartamudee sin poder creer lo que estaba viendo. Mi corazón comenzó a latir rápidamente, y no hubo forma de detenerlo. No podía creer que Albert se encontrara allí en aquellos momentos, frente a mí. No, no me lo podía creer.
-Bueno… yo… He venido a inscribirme en el colegio.- Respondió al fin, provocando que mi corazón diera un vuelco.

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