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sábado, 11 de diciembre de 2010

capitulo 23

Desde que logré escapar, no deje de pensar en todo lo que me había sucedido, incluso pensé en como contárselo a mi madre.
Estaba decidida a saltarme la parte en la que descubría, como aquel chico del que estaba enamorada, era un cómplice de lord William. Si, estaba decidida a no contárselo, pero sin darme cuenta, las palabras brotaron de mi garganta, y no pude hacer absolutamente nada para detenerlas…
-¡Albert! Lord William le ordenó a él que me encarcelara- dije entre sollozos.- Aquello me dolió, sentí como si una estampida de rocas, se abalanzara sobre mi. Perdí toda esperanza. Las ganas de vivir, se me esfumaron… ¡No podéis imaginar lo que fue para mi descubrir la verdad sobre él! No… no podéis…- lloré, abrazando de nuevo mi madre. La abracé con fuerza, deseando desaparecer. Estaba avergonzada de llorar ante mi madre por un chico…
-Cálmate Annie…- me tranquilizaba ella una y otra vez.
Layla se acercó hacia mí, sentándose a mi lado, y me abrazó.
Tras unos minutos, nos separamos, y decidí continuar hablando.
-Lo siento, siento haberme puesto así- me disculpe primero.
-Es normal, todo esto ha debido de ser muy duro para ti.- respondió Layla.
-Si… -Ésta vez me dirigí hacia ella.- ¿Recuerdas cuando en el colegio, tú me contaste lo de Jack, y después yo te conté que durante unos días, había estado viendo a un chico en el portal? ¿A un chico del que me había enamorado?
-Si, si claro que me acuerdo- Los ojos de Layla se abrieron como platos. Al parecer, estaba comprendiendo de lo que le hablaba.- Quieres decir que…- Comenzó, pero le corté.
-Si, aquel chico, es Albert.
-Ohhh, dios, Annie, lo siento, lo siento mucho…
-A si que, te gustaba un chico, y a mi no me lo contaste…- replicó mamá.
-Bueno… yo…- No sabia que responderle.
-Tranquila, no pasa nada. De todos modos, yo ya estaba al tanto de ello.
-¿Qué?- pregunté mientras le lanzaba una mirada iracunda a Layla.
-Bueno…es que… no se como, pero salio el tema y…tuve que contárselo…
-Eres lo peor.- Volví a lanzarle una mirada asesina.
-Oye Annie, que no es para tanto que tu madre se entere de que a su hija le gusta alguien- dijo mi madre, haciéndose la ofendida.
-Ya bueno, tienes razón. Pero es que, no sabia como te lo tomarías y… me daba un poco de corte…
-Si lo sé. Es normal… Pero bueno, ahora ya sabes que puedes contármelo todo.- se mostró realmente comprensiva, algo que me aliviaba.
-Gracias- sonreí.
-No tienes que darlas. Por algo soy tu madre. Por cierto, ¿podría hacerte una pregunta?
-Si, si claro.
-Eso que llevas puesto, ¿es tuyo?- dijo señalando la sudadera de Albert. En ese mismo instante, me sonroje.- Digo, porque no recuerdo haberlo visto en tu armario…
-No, no es mío.- respondí algo nerviosa. - Es de Albert.
-¿Qué?- Pronunciaron las dos a la vez, Con la boca abierta. Me puse todavía más nerviosa.
-Bueno… Veréis… Es que…- tartamudee. No sabía por donde empezar.
-Haber Annie.- comenzó Layla.- ¿Quieres decir, que la misma persona que te encerró, te presto su sudadera?- preguntó algo confusa.
-Pues… si…
-¿Sabes? Me estas liando, y creo que a tu madre también.- dijo señalando su expresión, que yacía con los ojos abiertos como platos, y observándome atentamente.-Continua con la historia, haber si así lo entendemos mejor…
-¡Si sois vosotras las que no me dejáis!- las acusé. Comenzaron a reírse, y pasados unos segundos, se callaron. Tomé la iniciativa.
-Por favor, hasta que termine, no me interrumpáis- Las dos asintieron.- Pues veréis, lord William, ordenó a Albert, que me encerrara, el así lo hizo, y me llevó a las celdas subterráneas. Mientras íbamos caminando por allí, me invadió un horrible frío, y Albert, al percatarse de aquello, me presto su sudadera, ya que me dijo que en la celda, todavía haría mas frío.- me detuve para coger aire. Al observar las expresiones confusas de las dos, añadí- Lo sé. Es extraño, yo tampoco sé porque lo hizo, ni porque se preocupó por mi.
-Continua- dijeron en unísono.
-Mi celda, era horrible. Un lugar mugriento, y apestoso. Estaba todo muy sucio. No sabría si aguantaría allí por mucho tiempo, asíque decidí, que al día siguiente debería hacer algo para escapar.
Me dormí, y sobre las 5 de la mañana, me desperté. Tras buscar a ciegas una forma para poder escapar, esto comenzó a brillar intensamente- señalé el colgante.- después, el brillo comenzó a aminorar, y se quedo en un diminuto destello, que provenía de la perla del aire.- asintieron.- Tras comerme el coco una y otra vez, llegué a la conclusión de que debía crear una especie de llave con el poder de la perla. Así lo hice, y conseguí que la puerta se abriera.
-¿Todo eso lo hiciste tu sola? ¿Sin ayuda de nadie?- Layla me miraba sorprendida.
-Si…- afirmé. No me lo creía ni yo.
-Realmente, eres un hada guardiana. Si. No hay duda.- exclamó mamá. Continué hablando.
-No había ni un solo guarda vigilando mi puerta, algo que me extrañó. Eché a correr, sin pensármelo dos veces, y cuando a penas me quedaban unos metros para poder salir de aquella fría y húmeda cueva, choqué con alguien, y me caí. Albert, era Albert, que venía a vigilarme. – Las bocas de las dos se abrieron de par en par, pero no pronunciaron palabra, sino que me dejaron continuar- Me preguntó haber si había logrado escapar gracias al colgante, y que haber si tenia la intención de entregárselo a lord William. Le respondí que no. Ni loca. No podía entregárselo. Tuvimos una discusión, por así llamarla. Yo le grité, y le dije que era un estúpido por ayudar a lord William, que se había arruinado la vida y todo eso… Para mi sorpresa, me dio la razón, y me aclaró que no tuvo otra opción. Que yo también hubiera hecho lo mismo si hubiera estado en su situación. A continuación, murmuró algo de su hermano, pero no conseguí escucharlo bien. Le pregunté lo sucedido con su hermano, pero me dijo que no era ni el lugar ni el momento para contármelo. Después, me ordenó que me marchara. Si, me dejo escapar. El, Albert, me dejo escapar…
-Ohhh, dios… Todo esto es tan… raro…- exclamó Layla.
-Pues si, y es que no se que pensar… Estoy confundida, mucho. Un día de estos, me voy a volver loca, ya veréis.
-Tranquila cariño, tranquila. Se que esto es realmente desconcertante, incluso para mi, pero ya veras, en algún momento, llegaran todas las respuestas a tus preguntas. Solo es cuestión de tiempo.- Me tranquilizó mamá.
-Ojala... –Dudé -Pero una cosa tengo clara, no voy a parar hasta averiguar la razón por la que me ayudó. Y lo mas importante, hasta averiguar porque está a las ordenes de un ser tan despreciable como lord William.
-Si, buena idea.- aclaro Layla.
-Lo que te pido, hija, es que tengas mucho cuidado. Ahora ya sabes que en cualquier momento, te puede aparecer alguien, ya que lord William, anda tras de ti. A si que, por favor, ten mucho cuidado. No me lo podría perdonar si te pasara algo…- exclamó mamá, preocupada.
-Tranquila mamá, andaré con mucho cuidado, te lo prometo.- le di un beso en la mejilla.
-Bueno, ahora que nos lo has aclarado todo, veo que deberías acostarte un rato. Debes de estar agotada con todo lo sucedido.
-Si, es verdad.
- Stephanie, Annie-dijo Layla- yo me tengo que ir. Tengo que terminar algún que otro trabajo. Nos vemos mañana Annie. Y tranquila, que todo termina solucionándose- Me guiñó un ojo, y se marchó.

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